Eliminó el Barcelona al Real Madrid

Algo básico y falto de imaginación el titular. Por un lado, se puede decir que las cosas se parecen a su dueño, por el otro, que lo formulado trasciende  una simple interpretación, ante todo, cuando se hace referencia al Real Madrid. Es evidente lo que sucedió: el FC Barcelona eliminó a los merengues en la Copa del Rey, clasificándose a semifinales, aún así, lo particular de este clásico es que apareció aquel equipo que de blanco viste, y el cual se contrapone a aquel que en los últimos enfrentamientos exponía ante los blaugranas su peor versión, lejana a la esencia, la impronta la cual ha convertido al Madrid en un equipo respetado en el ámbito futbolístico mundial.

Más por consecuencia del partido de ida (1-2 a favor del Barcelona en el Santiago Bernabéu) que este mismo, los madridistas no celebraron un hipotético pase a semifinales. En el compromiso de vuelta, se podría decir, el Madrid fue superior a su rival en cuanto a generación de ataque y  juego se refiere. El planteamiento-revolucionario y opuesto al usado en el clásico precedente- fue clave con el fin de hacer posible que los visitantes pudiesen hacer frente a los locales, sin necesidad de recular y obsesionarse en destruir el circuito ofensivo blaugrana, en lugar de construir el propio. En primer lugar los blancos se preocuparon más de este aspecto.

Posesiones constantes permitían a los dirigidos por José Mourinho tener mayor volumen ofensivo. Las ocasiones de gol merengues no llegaban de casualidad, correspondían más a una tendencia ofensiva, puesta en práctica a lo largo de otros partidos. Asimismo, la presión ejercida por sus jugadores le permitía al Madrid no solo recuperar más rápido el balón, también, contribuía a forzar errores culés al momento en que estos salían jugando desde su área con el balón dominado. Importante el aporte de Kaká, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Álvaro Arbeloa. Sobresaliente el de Cristiano Ronaldo. Soberbio, genial, el de Mesut Özil.

Las botas del alemán fueron sutiles y acertadas al momento de poner a sus compañeros en posición de gol, fueron agresivas para poner a temblar la cruceta del arco defendido por José Manuel Pinto. Atacaba el Madrid en el primer tiempo, le urgían dos goles. Aproximaciones constantes de gol, dos posibles penales no concedidos a los blancos por manos de Sergio Busquets y Eric Abidal, hacían ver, en cierto modo, como algo posible la remontada merengue. Al final, las opciones de gol terminan siendo anécdota cuando no se tiene pegada y una especie de injusta fábula cuando el rival en sus pocas aproximaciones es certero y efectivo. El clásico de vuelta también fue de fábula en ese aspecto.

Y es que terminando la primera parte el Barcelona tuvo dos opciones claras para anotar, que en efecto, se manifestaron en el marcador. Al minuto 43 un asediado Lionel Messi supo encontrar hueco entre sus marcadores con el fin de encontrar solo a Pedro, quien definió de forma correcta ante Iker Casillas.

Si bien es cierto que en el primer gol el meta merengue algo pudo haber hecho para evitarlo-después claro está de un craso error defensivo al dejar solo al delantero- en la segunda anotación era aconsejable no entorpecer el camino de un misil que se incrustó en las redes del arco ubicado en el fondo sur del Camp Nou. Dani Alves con un soberbio remate, tras la ejecución y rechace de una acción de falta (cometida por Lass Diarrá y que bien le hubiese podido significar su expulsión) disparaba una segunda y certera bala, la cual si bien es cierto hirió al Madrid, en esta ocasión no lo mató.

Fue quizá aquel hecho que remarcó esa especie de reivindicación del Real Madrid enfrentando a los culés. En la segunda mitad los merengues empezaron a tener más el balón, intentando elaborar un juego más efectivo y punzante en ataque, aprovechando por otro lado el hecho de que el Barcelona con su ventaja no imprimía tanta fuerza al acelerador. Los locales no estaban muy acertados en el toque corto ni en el mano a mano, instancia en la que empezaron a estar particularmente finos los jugadores madridistas encargados de tal tarea.

Fue en ese contexto cuando aparecieron Mesut Özil y Cristiano Ronaldo al minuto 67. El alemán asistió al luso, este, eludió a Pinto y acortó distancias de forma oficial, pues antes el juez había anulado mal un gol a Sergio Ramos tras un cabezazo en una acción de falta. Reaccionaba así un Madrid que parecía muerto y cuyo papel era de considerarse más que digno cuando 4 minutos después, a través de Karim Benzema, lograba igualar el marcador. Con el 2-2 los merengues quedaban a un gol del milagro, aún así este no pudo ser.

Los blancos pagaban así el lastre de un partido de ida desperdiciado, aunque a su vez resurgían en lo referente a su esencia histórica y posibilidades de hacer frente a los culés, en un juego dentro  del cual se puede decir con propiedad que el Madrid fue superior al Barcelona, mereciendo incluso ganar el partido y reproduciendo una imagen que era impensada: los culés en su campo defendían con acierto ante el asedio madridista, que con el paso de los minutos, quizá respondía más al ímpetu de sus futbolistas que a la cabeza fría necesaria  con el fin de aprovechar bien los pocos minutos que quedaban, más cuando el árbitro de forma extraña culminaba el partido después de una reposición de 3 minutos que se antojaba corta y que además, no se cumplió como tal a cabalidad. En el juego se perdió más tiempo, a raíz de acciones polémicas como la expulsión a Sergio Ramos, o bien, dos posibles penales no pitados por bando. Si bien es cierto, esta clase de especulaciones no cambian el resultado, terminan siendo consecuencia de uno de los tantos ingredientes que consolidan un memorable cotejo.

Lograba así el Barcelona consolidar su clasificación a semifinales, eliminando al actual campeón y esperando rival, el cual saldrá de la eliminatoria a disputarse entre el Levante y el Valencia. Por su parte el Real Madrid se prepara para afrontar su próximo partido liguero a disputarse en el Santiago Bernabéu ante el Zaragoza el sábado 28 de enero.

 

 

 

 

 

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